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domingo, 16 de mayo de 2010

El sueño no soñado, Matías García

Un día me levanté, paralizado, por lo que estando somnoliento todavía escuchaba. Mis oídos tibiamente se iban empapando de esas palabras y mi conciencia paulatinamente las iba incorporando a mi sueño. Al despertar, sentí una confusión que radicaba desde mi alma y que llenaba de preguntas los silencios que en ese momento abundaban ¿habrá pasado? –me pregunté repetidas veces- y mientras mi divagada mente acaparaba todo mi tiempo, alguien se acercaba despacio y me hablaba constantemente, yo, en cambio, la miraba con los ojos perdidos en el firmamento y dispuestos a encontrar la pieza que faltaba.

-¿Qué pasó? –Le pregunté a esta persona-
-Nada ¿Qué pasa que estas tan obnubilado? –Contestaba frunciendo el seño de preocupación-
-Es… que me pasó algo raro nada más
-¡Que te pasó no me asustes! –Con un tono de exacerbada exageración-

Recuerdo que comencé un relato explicando cómo se fusionaba el sueño con esos raros sonidos que escuché y que, por algún motivo, creía que pasaron de verdad. Lo más raro de todo es que su cara en ningún momento cambio la facción de sorpresa, todo instante escuchaba cada oración y tomaba el relato como un hecho que pudo haber pasado, pero que simplemente me dio a entender que no. Sentía, luego de esa respuesta, que por fin había castrado a mi intriga, que el enigma había sido deshilachado. Pero aun así la sensación siguió siendo irremediablemente amarga. Para no dejarlo con la intriga recuerdo haber contado esto:

"Recuerdo estar sentado a la orilla de mi cama, lentamente me paraba y comenzaba a caminar hacia el living. Toqué finamente la mesa redonda de pino, y mientras la palpaba la recorría circularmente. Recuerdo también que la mesa no tenia sillas puesto que al intentar sentarme me caí con tal crudeza que, en el sueño, sentí un gran dolor. Pero no fue impedimento para mí, seguí recorriendo el living y entré a la cocina por una puerta que estaba caminando por un pasillo angosto y un poco largo. En el camino veía cuadros de pintores famosos plasmados en las paredes, es decir sin sus respectivos marcos, estaban pintados directamente en la pared. No me llamó mucho la atención porque sentía que era mi propia casa. Seguí desfilando por ese camino tapizado con una alfombra de rojiza hasta llegar a la puerta. Me paré frente a ella y suspiré como si el tracto me hubiese agitado un poco. La abrí y por fin entré a la cocina. No hay mucho que describir sobré ella, sobre la pared de frente a mí había una cocina, una mesada y sobre ella una alacena. Sobre una de las paredes laterales había un armario de dos metros –en donde calculo que se guardaban alimentos no perecederos- y frente a esta misma pared la heladera. No entendía mucho que hacía ahí, así que decidí abandonar este lugar y continuar con mi recorrida. Salí de la cocina, por la misma puerta por donde entré y caminé por ese mismo pasillo. En el medio del camino encontré otra puerta. Recuerdo que en ese momento estaba más confundido porque no la había visto antes. Pero no hice caso a esto. Divisé arriba un cartel con letras en inglés (eso cría en el sueño pero eran letras inexistentes), que, a mi entender, decían TENGA CUIDADO, inexplicablemente eludí dicho aviso y decidí entrar. Me sorprendió, y hasta me horrorizó lo que vi, era a primera vista un poco de sangre que se difuminaba a mis pies, y mientras iba levantando la cabeza el rastro de sangre se hacia más intenso. Me sentía un poco preocupado por la tonalidad degradé que tenía el piso por la sangre y por eso, seguí caminando mirando la sangre desde su nacimiento hasta donde llegase el mismo. Continué y, ciegamente, continué. En un momento el rastro se terminó y hacia adelante no había nada, me llamó la atención que finiquitara justo ahí sin que hubiese algún cadáver o algo por el estilo. Miré detenidamente acercando cada vez mas mi cara y de repente una gota rojiza cae del cielo en mi nariz. Empecé a levantar la mirada y con esa encandiladora luz que bloqueaba mi vista, distinguí lentamente un cuerpo que parecía haberse colgado de un tirante. El cadáver violentamente goteaba más y más, y sobre mi rostro las gotas rojizas de sangre caían y caían. Intenté ver la forma de trepar hasta este cuerpo y saber quién era, pero no encontré escalera. Vi que al costado mío unas enredaderas se aunaban a la pared misma, cosa que me permitía subir y, así, aferrarme hasta ese tirante. Trepé y trepé, cada gota de sudor que lagrimeaba por mi cuerpo valía el precio de la intriga. Hasta que llegué al tirante incrustado en la pared tardé mucho, no sé cuánto, pero era bastante. Me aferré a este con firmeza y comencé a recorrerlo, poco a poco las astillas se clavaban pero poco me importaba. “Ya está, estoy cerca” –dije en el sueño. El cuerpo estaba a tan solo un metro –calculo, no sé, pero pienso que era muy poco- y trato de verle la cara, pero a simple vista no puedo. Me acerqué más y más y con mis manos intenté correrle la cara. Y vi ese rostro que tanto ansiaba verlo. Era yo."

Lo crónica de mi suicidio estuvo por una semana en la tele.


Perfil de Matías en Taringa: http://taringa.net/perfil/926948

2 comentarios:

  1. Muy bueno el cuento. Ahora lo que no entiendo es quien eras realmente vos. Si el cadaver que sangraba ahi colgado, el que contaba el sueño o... los dos.
    Un abrazo y que andes bien.

    Sentimiento de que todo ya fué, que nada tiene sentido. Pintura roja que brota de las ventanas que se abren en la piel. Decenas de pastillas que desfilan por el estómago. Dormir durante mas de venticuatro horas.

    Despertar inconciente, sin saber donde estás. Con tu cuerpo cubierto de cables. Donde ni siquiera podes levantarte para orinar. Lleno de personajes vestidos de blanco que van y vienen por todas partes.

    Senación de haber tocado fondo entremezclado con culpa. Ambulancias, policías, personal médico, psiquiatras.

    Llegar a un hermoso edificio. Prolijamente pintado y con un bello patio lleno de plantas y flores. Pero extremadamente vigilados, lleno de cámaras por todos lados, aislados del mundo real. Faltaría que nos pongan un chip en el cuerpo para controlarnos mas de cerca y listo.

    Pero con almas divinas que te abrazan y dan su corazón. Ademas de levantarte, darte ánimo y hacerte sentir que valés. Que no sos un trapo que se tira ni nada está perdido

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  2. Hola Gustavo, soy Matías el autor. Efectivamente, el que relataba la historia y el que pendía de la soga eran la misma persona. De ahí viene el título "El sueño no soñado"...

    Saludos!

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