Cabecera

sábado, 8 de mayo de 2010

El Sexo no Basta, Gregori Daratrazanoff


-Si sabía que esto iba a ser sólo sexo, no te hubiera dicho que sí… -murmuró la desnuda joven, mientras se levantaba de la cama para buscar a tientas su ropa.

Su amante rió roncamente, y giró para admirar el trasero de la muchacha.

-Supiste desde el comienzo, que iba a ser sólo sexo, ma chérie. Unos buenos polvos y nada más- a juzgar por la voz, ella pudo imaginárselo abriendo sus brazos- Recuerdo que vos misma lo sugeriste…- completó mientras estiraba un tatuado brazo hacia la mesa de noche, buscando sus cigarrillos Marlboro Light.

La castaña chica lo miró con el entrecejo levemente fruncido, expresión que le concedía una mirada cargada de odio a sus ojos esmeralda. Él tenía razón, ella había dicho eso, pero porque estaba desesperada con tenerlo entre sus piernas, y habría accedido a lo que fuera con tal de ello. Maldijo ese momento con todas sus fuerzas.

Sin decir una palabra, salió de la habitación con dirección al baño, para darse una ducha. Escuchó como él se ponía de pie, y salía lentamente tras ella, como una serpiente. Estaba exhausta. Le temblaban las piernas, y le ardía un poco la piel, en aquellos lugares donde había sido mordida con fruición. Como cada vez que tenía sexo con ese bastardo. Su mejor amante. Su peor pesadilla.

Abrió la canilla y dejó el agua correr, esperando a que llegara a la temperatura justa. ¿Por qué seguía haciendo esto? No lo entendía. Era algo completamente masoquista, seguramente. Pero aún así, muy en lo profundo de su ser, era algo que disfrutaba. Cada uno de los orgasmos que él le había dado fueron los mejores de su vida. No lo iba a negar.

Se miró al espejo, no había podido hallar su ropa, y seguía desnuda. Como a él le gustaba, sin nada que ocultar debajo de una barata tela. Acomodó su cabello, que apenas le rozaba los omóplatos, y suspiró. Si no hacía algo pronto, estaría condenada. Condenada a sufrir como una perra. Y vaya que había sufrido bastante durante toda su vida como para que un hombre la hiciera sentir así.

-¿Hay lugar para uno más, chérie?- era esa voz tranquila, grave, masculina, que ella reconocía a la perfección desde el vano de la puerta.

Giró su cabeza hacia él, y lo vio mientras la devoraba con la mirada. En sus ojos negros sólo podía ver deseo, puro y animal. Quizá esta era su manera de pedirle disculpas por lo que había dicho pocos segundos antes. O quizá, simplemente quería más. Él siempre quería más.

¿Acaso necesitaba esto? Un hombre con el cual compartía la cama, y nada más. Ni siquiera conocía a su familia, simplemente, algo de su pasado, algo tan insustancial como lo que ella le había dicho de sí misma: su nombre, su trabajo, y bueno, sus posiciones favoritas a la hora de tener sexo.

Para su relación lo último, quizá era más que suficiente.

La joven sonrió, y dejó que el gesto llegara a sus ojos, una sonrisa completa, de ésas que sabía que a él tanto le gustaban.

El hombre gruñó roncamente, y se acercó a ella, tomándola por la cintura y besándola de manera apasionada, casi salvaje, dando estocadas en su boca, mientras recorría el cuerpo que ya conocía de memoria con sus manos hábiles.

Necesitás esto. Lo necesitás a él. Necesitás poseerlo en este momento. ¿Realmente lo necesitaba?

Lentamente la chica se dejó arrastrar a la ducha, donde el agua caliente -no más que ellos- los acogió, cayendo incesantemente mientras él la giraba, enfrentándola a la pared, penetrándola por detrás. La joven cerró los ojos, y separó sus labios, ya lo podía sentir, el leve cosquilleo que precede al orgasmo. Las manos de él la recorrían de arriba abajo, prestando especial atención a sus senos, y a su clítoris.

Demonios, no podía aguantar más, iba a explotar. Y así lo hizo, explotó en mil pedazos, voló hasta los cielos entre mil colores y volvió mientras él aceleraba su ritmo. Ya no soportaba más. Literalmente, estaba muriendo ahogada en un mar de sexo. Nunca pensó que se iba a sentir así.

A los pocos segundos, él acabó, llenándola con su cálido ser. No se retiró de su interior hasta que pudo acompasar su respiración, lo cual fue unos pocos minutos después.

-No puedo seguir así- comentó ella con voz frágil, mirándolo mientras él echaba el rostro hacia atrás, para humedecer su renegrido cabello.

Ninguno de los dos aún estaba por completo recuperado de la brutalidad de los orgasmos, y eso era evidente en sus respiraciones.

-¿Así cómo?- sus fijos ojos oscuros la observaban a través de la cortina de agua que aún los cubría.

-Así. No quiero esto, no necesito esto.

Él alzó las cejas con descreimiento.

-¿No necesitás esto? Querida, cualquier mujer cuerda necesita lo que yo te doy- pronunció mientras enjabonaba su propio cuerpo, cubierto parcialmente por tatuajes sobre los músculos bien definidos.

-¡Mierda! No necesito que me cojas como si fuera un animal, necesito algo más, algo que nunca tuve, ni con vos ni con nadie- contestó ella saliendo de la ducha. Buscando un lugar seguro bajo una toalla blanca.

Esperó unos segundos por una respuesta, pero no la obtuvo. Volvió a la habitación dejando humedad por todo el piso.

Nunca debió haber confiado su cuerpo a ese bastardo insensible. No quería pensar que se estaba enamorando de él. No. Ella se había jurado a sí misma jamás amar a nadie en su vida. No quería sufrir como todas las mujeres de su familia, destinadas a morir solas y rodeadas de gatos, creyendo en príncipes azules, que al final resultaban ser grises tiranos.

No. Ella sería diferente, o al menos lo intentaría.

Encontró su pantalón de mezclilla detrás del sofá y se lo puso. Escuchó como la ducha se detenía y la cortina se descorría. Las cosas habían llegado a su fin, podía sentirlo muy dentro de ella.

-Lo siento, no debí haberte tratado así... -comentó él con algo similar a la culpa en sus ojos, algo así como la mirada de un perro que sabe que hizo sus necesidades en la alfombra persa. Se había envuelto con otra toalla, cubriéndose la parte baja de la cintura.

-Te equivocás. Yo permití que me usaras solamente para el sexo, y durante un buen tiempo, eso era suficiente para mí, pero ahora, ahora me doy cuenta que no me basta.

-¿Yo no te basto?- la mirada de perro arrepentido se identificó, y ella tragó saliva discretamente. No podía pensar que lo estaba lastimando.

-Mira, no es que tú no seas suficiente, es que esto...-buscó una manera sutil de continuar- lo que sea que pasa entre nosotros no me sirve, no me llena. Pero ambos accedimos a esto, ambos decidimos jugar el todo por unos buenos polvos- ella sonrió de lado, mientras se ponía la remera de Black Veil Brides que usaba bastante seguido.

-¿Estás terminando conmigo?- la interrumpió él.

-No puedo hacer otra cosa que ponerle fin a algo que, que me hace mal, estuve pensando como una estúpida, pensando acerca de vos y de mi, no sólo en la cama, sino como... Como una pareja, y me aterra haber siquiera imaginado eso, porque sé que no estamos hechos para eso. Estamos demasiado hechos mierda como para tener eso.

El silencio precedió los pasos de él, que se ubicó detrás de ella para tomar sus hombros entre las manos.

-¿Acaso vos decidiste eso? ¿Qué no podemos ser como los demás? Dejame decirte algo querida. Te equivocás. Tenemos algo que mucha gente siquiera soñó con tener. Tenemos una conexión, algo que va más allá de la carne -sonrió apaciblemente-. Sé cómo te gusta tu café, puedo descifrar lo que pensás tan sólo observando el rictus de tus labios, reconozco tus enfados, y tus caprichos. Sos una mujer completa, una mujer fascinante y hermosa, y te abriste a mí. Desde que estoy con vos, no estuve con otra, ¿sabías eso?- sonrió con ternura cuando ella lo negó- Lo supuse, seguramente pensabas que iba de cama en cama, usándote como a una puta, ¿no?- la muchacha no tuvo necesidad de decir que eso era exactamente lo que pensaba, pues él la conocía demasiado-. Pues no, somos una pareja, te guste o no, estamos juntos. Y mal que mal, eso es lo que me ha mantenido de pie todo este tiempo. Estos... estúpidos encuentros furtivos, estas salidas improvisadas, que siempre nos hacían terminar en un motel, para morir en los brazos del otro. Las esperaba como un loco. Te esperaba como un loco... ¡Carajo si eso no te basta no sé qué mierda esperas de mí! -su voz era un susurro, rayando en lo agresivo, pero él jamás alzaba la voz. Y así la derretía.

-Quiero que por una puta vez desde que me conocés, me hagas el amor, y no me des sexo. Quiero sentirte como nunca te sentí, quiero eso, no pido mucho-la chica sonrió débilmente luego de decir esto, y se deshizo del contacto del hombre con un simple paso-. Pero sé que no me lo vas a dar, sé que no puedo aspirar a algo que jamás conoc...

La frase hubiera sido todo lo dramática posible si él no la hubiera interrumpido con un profundo beso. Uno de ésos que jamás le habían dado, y que sólo sucedían en las películas.

-Pensé que nunca lo pedirías ma chérie. Aunque, cada vez que te poseo, te hago el amor, te hago el amor como nunca se lo hice a nadie, como nunca lo volveré a hacer… Pensé que te bastaba tan sólo el sexo, y me hacía feliz darte placer, mientras moría de pena al verte partir por las mañanas...- su confesión era de una ternura inmensa, y ella creyó que le estaba jugando una broma.

Ése no era el hombre que la daba vuelta como un carrusel. No. Ése no era él. No podía ser. ¿Acaso, acaso él también necesitaba eso? Sería tan sólo cuestión de probarlo. Cuestión de dejarse llevar en otro ámbito que no fuera la cama. Intentar aunque sea fingir ser una pareja, pero algo le decía, que sí.

Que lo eran, y que lo amaba, o al menos amaba al hombre que la estaba mirando en ese preciso momento. Amaba la posibilidad que tenía ante sus ojos. La chance de ser feliz. Quizá también de sufrir mucho, pero ¡carajo! Lucharía por sonreír al lado de él como se merecen dos personas que se aman.

-No me jodas...- murmuró ella mientras hundía sus labios entre los de él.

El hombre río pícaramente.

- Esta vez, no te jodo, lo prometo. Esta vez, haremos el amor...- contestó mientras la tomaba en entre sus brazos para llevarla a la cama. El lugar donde con una lentitud infinita, cumplió su promesa.

6 comentarios:

  1. Diría, con un nivel de confianza del 99%, que en promedio, las mujeres que leemos esto nos sentimos así alguna que otra vez.
    Increíble relato, me gustó como manejo el traspaso de lo animal a lo humano, sutilmente. La verdad, muy bueno.
    Saludos.-

    ResponderBorrar
  2. Este usuario es un Ladron sin talento

    http://ladymilerna.blogspot.com/2010/03/sex-is-not-enough.html

    aca estan los originales, con la verdadera autora y la fecha de publicíon. Claramente se ve que son anteriores a los aqui publicados.

    ResponderBorrar
  3. ¿Cuál es tu problema, Victor?

    Claramente se ve que el subido por esa tal "Milerna" es una copia, y lo sabemos porque quien publicó mi texto en este blog, me lo pidió antes de que yo creara la dirección que citó como fuente.

    Antes de hablar infórmate, por favor mon ami.

    ResponderBorrar
  4. en verdad es un increible relato sublima los sentidos te conduce a la sencibilidad del amor y te transporta al ambito sexual

    ResponderBorrar
  5. espero volver a leer algo tan sublime gloortgom@yahoo.com

    ResponderBorrar